domingo, 31 de marzo de 2013






Discreción

 Y es que nunca se le dio bien la cocina, vestía como un primor, tenía buena mano para el jardín, 

pero la cocina, fatal. A veces me llamaba bien entrada la noche para preguntar cómo se hacía 

éste o aquél plato y daba igual que le contara, o incluso le anotara, con todo lujo de detalle los 

pasos a seguir, siempre se equivocaba en algo, y la comida a la basura.

Sería algo en mal estado o quizás setas venenosas, que ya se sabe lo atrevida que es la gente.

 Que dejó una nota? Y, no es que pretenda ser indiscreta pero ¿podría decirme que ponía? Ah! 

claro, claro, no se preocupe señor agente, vaya, vaya a cumplir con su deber. 
 
Como lo oyes, que te digo que lo mató. Si le hacía la vida imposible y los cuernos...qué te 

podría contar. Ella lo aguantaba todo, hasta que la llamaron del banco. El blanco de mi vestido de

novia se quedaba oscuro comparado con su cara mientras le decían que sus cuentas estaban en 

números rojos. Salió como alma que lleva el diablo y allí me quedé yo, con el pato a punto de 

meter en el horno.

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