jueves, 5 de noviembre de 2015

       


          Sus cosas


 Iban a tirarlo todo a la basura y sin tiempo para pensármelo, cogí la bolsa que llevo siempre conmigo para hacer la compra y guardé en ella sus efectos  personales. Poca cosa, ahí mismo las tengo; una foto enmarcada, tres bolígrafos (uno de ellos con una inscripción), un pequeño bolso negro bastante gastado y una carta. Me traje la bolsa a casa sin saber muy bien qué haría con su contenido. En realidad no sabía nada de él, yo había empezado a trabajar en Yellow hacía dos semanas. Apenas tenía tiempo de levantar la vista del guión con el que bombardeaba al potencial cliente que estaba al otro lado del teléfono.  Cuando desapareció, los rumores se dispararon y todos coincidían en que Raúl era bastante huraño, no mantenía relaciones personales con nadie del trabajo. Ese día, cuando llegué a casa, hurgué  en su bolso intentando encontrar una dirección, un número de teléfono, alguna pista que me permitiera devolverle sus cosas. Fue entonces cuando me atreví a abrir el sobre. Pasaron algunos días hasta que decidí buscarla a usted, la destinataria de su carta. Durante ese tiempo, una profunda tristeza me invadió. Dejé el trabajo. Ahora escribo, vine a esta ciudad para escribir y eso hago.  Su nota de suicidio me sacudió por dentro, la memoricé, lloré cada una de las veces que la leí. Y aunque, con un apellido tan común como el suyo, no fue fácil dar con usted, por fin lo conseguí. Y aquí está, y me cuenta que… Dígale a Raúl la profunda paz que siento al saber que no lo hizo, transmítale, por favor, mi alegría al saber de su buena fortuna al fin… y déle las gracias, me salvó la vida. Salvó la vida que yo quería, me dio valor para luchar por ella, dígale gracias de mi parte, mil veces gracias.

jueves, 22 de octubre de 2015

 


    Ofensas

Borrar palabras dichas no es fácil.

Hay que ir por los oídos de la gente que escuchó,

entrar despacito, que no se den cuenta,

y, una vez dentro, sembrar con mimo y cuidado,

un cuarto de olvido y tres kilos de perdón.



       Reconciliación


 Derrumbados los viejos muros a besos

solo nos quedaba tejer cortinas de sonrisas

para que el recién recuperado mar de amor nos inundara

sin despertar la envidia de las estrellas. 

viernes, 11 de septiembre de 2015



       Mejor el olvido

Tuve una vida anterior, no es nada raro,

toda la gente que conozco la tuvo

excepto Daniel. El siempre fue así sólo tiene una.

Lo extraño de mi vida de antes

es que la recuerdo, está intacta en mi memoria.

Es muy raro acordarse de todo.

Muchas personas recuerdan algunos momentos

y aún sabiendo que la mayoría tuvo otra existencia,

los asocian a historias que han escuchado,

a vidas que no fueron suyas.

Yo lo recuerdo todo y esto me inquieta.

He hecho muchas preguntas, ya no.

No haré más indagaciones. Sólo él sabe la verdad

Daniel me guardará el secreto. Algunas noches

entretengo mi insomnio pensando en el verde

prado que rodeaba mi casa, en las tardes

de tertulias y risas. Otras me  asalta sin remedio

lo acontecido en los últimos días de esa vida; Cuando los disparos

silbaban entre las ramas de los árboles, y ya no

había risa sólo miedo y muerte. Entonces me abrazo

fuerte a Daniel pero me siento espantosamente sola.


miércoles, 19 de agosto de 2015



        Otros cuentos



La casa se hacía muy pequeña para tantos habitantes.

Aunque se observaba buena voluntad, la convivencia,

en los días que tenían algunas horas de descanso,

se hacía difícil. Trabajaban catorce horas al día,

seis jornadas a la semana y cuando llegaban a casa

sólo querían asearse un poco y descansar.  De lunes a sábado

su vida transcurría más o menos así. Era el domingo

cuando había que lavar la ropa, limpiar un poco la casa,

hacer la compra y reservar algo de tiempo para el ocio.

Ese día tropezaban entre sí para hacer sus cosas.

Fue Blanche la que propuso que hicieran un reparto

de tareas, ahorrarían tiempo y fricciones.

Le llevó días convencerles a todos; Pedro no hacía

más que gruñir, poniendo pegas a todo.  Apuntó

la necesidad de ponerse de acuerdo sobre la lista semanal

de la compra. Otto se mostraba inquieto por los turnos de

las comidas; a él la comida marroquí  de Muhammad no le

gustaba!... Los siete se mostraron reticentes al principio

pero las dudas, poco a poco, se fueron despejando. 

Llegaron a un acuerdo. La parte más complicada fue la de

las comidas pero al final acordaron un menú a gusto de todxs

para el mes siguiente. Aún estában muy lejos de ir a trabajar

cantando Ay ho!! Ay ho!!  y de finales felices, pero habían

mejorado la vida en común.




viernes, 14 de agosto de 2015




           Otros cuentos


Hace años que me dedico a esto. Pero desde hace unos meses todo

se torció. Estos tres bastardos habían hecho una campaña

para desacreditarme, que estaba llevando mi

empresa a la ruina. Demoler casas quizá no sea el trabajo

más poético del mundo, pero aseguraba techo y comida a toda mi 

familia. Aún no sé como lo haré, pero conseguiré poner en 

conocimiento de todos, las patrañas de esos tres cerdos. Derribaría 

sus casas como dictaba la orden judicial. Después de pasarse toda

la vida viviendo a costa de los contribuyentes, enriqueciéndose

ilegalmente, conservaban aún una asombrosa credibilidad entre 

cierto sector de la población. 

Y yo, por el mero hecho de ser un lobo, tenía que ganarme

día a día la confianza de la gente.