domingo, 15 de octubre de 2017

   

   Elías, por favor, baja. Venga hombre, que no es para tanto. Yo a

 veces tambièn me siento desbordado, nos pasa a todos, pero con

 esto no solucionas nada. Ya, joder, ya sè que hablo sin saber, pero

 hago lo que puedo. Tú siempre sabes que decir? Pues eso. Si te

 parece que el papelón que me ha tocado es la hostia de bueno, nos

 cambiamos.

  Venga, hombre, que estoy cogiendo frío y ya era lo que me

 faltaba. Baja de una puta vez. Hay un bareto en la esquina que está

 de puta madre para tomar unas cervezas tranquilos. Venga tío que

no estaremos mucho mejor tomando unos tragos que aquí con este

 puto aire helándonos hasta los huevos. Hazlo por mi joder, que lo

 último que me faltaba era pillar una pulmonía.

 
   Teresa se fue, lo sabías?

Hace tres días. No, no es como las otras veces, esta es de verdad.

 Tampoco importa mucho, mi vida es una mierda con ella o sin ella.

 Pero ahora apesta un poco más. Ala! Ya lo has conseguido!

 He tenido que subir, ya que tú no bajas. Está alto de cojones esto.

 Se puede saber què haces aquí? De verdad que porque te han

 despedido te pones en este plan? Eres la leche, joder!


  María está abajo hecha polvo. Cuando yo subía iba a llamar a la

 pasma. La tienes a ella joder y al puto perro. Yo, sin embargo, què

 cojones tengo? Te lo dirè; una mierda de trabajo que me ahoga, un

 puto piso de alquiler que parece un nicho, con los cajones que dejó

 Teresa vacíos.

  No tengo una mierda, no soy una mierda. Sabes què? A tomar por

 culo! Nos vemos en el infierno.



   Elías se quedó con los ojos muy abiertos viendo como el cuerpo

 de Roberto caía al vacío, se quedó allí hasta que, abajo, en la calle,

 aparecieron las luces de ambulancias y policía. Sólo entonces, con

 mucho cuidado, se levantó y se separó de la cornisa.