lunes, 4 de marzo de 2013




 Juntos


        Sería la noche más fría en dos décadas, dijeron en la radio. Maldecí en voz baja mientras 

daba un par de saltos para entrar en calor. Cuando nos preparábamos para lanzar las redes un

fuerte golpe sacudió el barco. Tan inesperado y brutal como definitivo para la linea de flotación.

 Sebastián lanzaba ordenes y salvavidas, de igual modo podría habernos aprovisionado de flores

 o cigarrillos.Charlábamos los cuatro contándonos nuestras vidas, y aunque se adivinaba cierta

 frustración en el grupo, nunca nos quejábamos. Había una única norma de obligado

 cumplimiento; no podíamos separarnos, deberíamos permanecer en grupo cualquiera que fuese

 la situación. En el momento en que alguno de nosotros intentara alejarse, dejaríamos de

 vernos, desapareceríamos. En nuestra recién estrenada condición de espíritus, toda precaución

 estaba justificada. Después de todo lo sucedido, ser un fantasma no estaba tan mal.

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