Juntos
Sería
la noche más fría en dos décadas, dijeron en la radio. Maldecí en
voz baja mientras
daba un par de saltos para entrar en calor. Cuando
nos preparábamos para lanzar las redes un
fuerte golpe sacudió el
barco. Tan inesperado y brutal como definitivo para la linea de
flotación.
Sebastián lanzaba ordenes y salvavidas, de igual modo
podría habernos aprovisionado de flores
o cigarrillos.Charlábamos
los cuatro contándonos nuestras vidas, y aunque se adivinaba cierta
frustración en el grupo, nunca nos quejábamos. Había una única
norma de obligado
cumplimiento; no podíamos separarnos, deberíamos
permanecer en grupo cualquiera que fuese
la situación. En el momento
en que alguno de nosotros intentara alejarse, dejaríamos de
vernos, desapareceríamos. En nuestra recién estrenada condición de espíritus, toda precaución
estaba justificada. Después de todo lo sucedido, ser
un fantasma no estaba tan mal.
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