viernes, 25 de abril de 2014

     




        

              Consuelo


     Todo resulta tan efímero! Se lamentaba al tiempo que en su rostro

aparecía esa expresión nostálgica digna de la más rutilante estrella de la gran pantalla.

Cada cierto tiempo me buscaba y yo era consciente de lo que esperaba de mi; apenas

que la escuchase, necesitaba dar voz a sus pensamientos. Mi papel era el de un apoyo

silencioso,un asidero de piedra en las cuestas más pronunciadas de su vida.

Me hubiese gustado algo de alegría de vez en cuando, pero sus visitas estaban

ligadas a momentos de desasosiego y soledad. Cuando el amor y la vida le ofrecían sus 

mejores sonrisas, el sonido de sus tacones no alteraba el silencio del cementerio. 

Se hacía mayor y sus visitas eran cada vez más frecuentes. A veces me iría volando y 

la dejaría hablando sola, pero no puedo. Temiendo que esta vez sus quejas no tuvieran

fin le dije que debía marcharme, aún tenía que regar las plantas antes cerrar el 

camposanto.

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