El sistema, final
Coincidían en el cambio de turno, un minuto o dos.
Elisa
sintió los ojos de Marcial siguiendo sus
pasos mientras
se dirigía a su mesa. Al principio se asustó, había llamado la
atención de uno de los supervisores y eso no era bueno.
Luego, cuando tuvo
valor para mirarle ella también,
descubrió su disimulada sonrisa y supo que no
tenía nada
que temer. Estaba un poco nerviosa, hoy esperaba
averiguar algunos
datos que le permitirían comprender
qué estaba sucediendo en aquel inmenso
sótano
donde acudía cada día a trabajar. Apenas le faltaban
unas piezas para
encajar en el puzzle de aquella gran
mentira en la que se había convertido su
vida,
la vida de tod@s ell@s.
Cuando Marcial llegó
a su puesto lo primero que hizo,
con gestos nerviosos, fue revisar las
incidencias del turno
anterior. Al entrar en el sótano dirigió sus ojos al
encuentro de la figura de ella, pero no estaba.
Mientras recorría con avidez
las líneas escritas
en las hojas que había dejado el otro supervisor,
sintió,
aún antes de ver su nombre en ellas,
una pesadumbre insoportable. Allí estaba,
Elisa Maxwell reciclada a las 12,45 por actitud
sospechosa hacia el sistema.
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