miércoles, 15 de julio de 2015




              Ataduras


  En un despiste pisé la cola, fueron apenas unos segundos,

en seguida retiré el pié como si me hubiese quemado.

Pero ya era tarde; fue el principio del fin.

Derramó sobre mí toda su furia, estaba fuera de sí, ni mis disculpas, ni mis

súplicas  lograron apaciguarla. Aún hoy, semanas después, tengo la marca de

sus uñas en la mejilla.  No quise hacerlo, al menos conscientemente, pero me

emociono al recordar cómo mi pié tomó la iniciativa.

  Han sido días muy intensos; Alberto canceló la boda y estamos pensando en

una vida juntos. Por supuesto yo colgué los hábitos y, a menudo, deambulo por 

las calles pensando en el futuro y sintiéndome más libre y feliz que nunca.

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