miércoles, 19 de agosto de 2015



        Otros cuentos



La casa se hacía muy pequeña para tantos habitantes.

Aunque se observaba buena voluntad, la convivencia,

en los días que tenían algunas horas de descanso,

se hacía difícil. Trabajaban catorce horas al día,

seis jornadas a la semana y cuando llegaban a casa

sólo querían asearse un poco y descansar.  De lunes a sábado

su vida transcurría más o menos así. Era el domingo

cuando había que lavar la ropa, limpiar un poco la casa,

hacer la compra y reservar algo de tiempo para el ocio.

Ese día tropezaban entre sí para hacer sus cosas.

Fue Blanche la que propuso que hicieran un reparto

de tareas, ahorrarían tiempo y fricciones.

Le llevó días convencerles a todos; Pedro no hacía

más que gruñir, poniendo pegas a todo.  Apuntó

la necesidad de ponerse de acuerdo sobre la lista semanal

de la compra. Otto se mostraba inquieto por los turnos de

las comidas; a él la comida marroquí  de Muhammad no le

gustaba!... Los siete se mostraron reticentes al principio

pero las dudas, poco a poco, se fueron despejando. 

Llegaron a un acuerdo. La parte más complicada fue la de

las comidas pero al final acordaron un menú a gusto de todxs

para el mes siguiente. Aún estában muy lejos de ir a trabajar

cantando Ay ho!! Ay ho!!  y de finales felices, pero habían

mejorado la vida en común.




viernes, 14 de agosto de 2015




           Otros cuentos


Hace años que me dedico a esto. Pero desde hace unos meses todo

se torció. Estos tres bastardos habían hecho una campaña

para desacreditarme, que estaba llevando mi

empresa a la ruina. Demoler casas quizá no sea el trabajo

más poético del mundo, pero aseguraba techo y comida a toda mi 

familia. Aún no sé como lo haré, pero conseguiré poner en 

conocimiento de todos, las patrañas de esos tres cerdos. Derribaría 

sus casas como dictaba la orden judicial. Después de pasarse toda

la vida viviendo a costa de los contribuyentes, enriqueciéndose

ilegalmente, conservaban aún una asombrosa credibilidad entre 

cierto sector de la población. 

Y yo, por el mero hecho de ser un lobo, tenía que ganarme

día a día la confianza de la gente.