Anónimo
Nací
para esto, si bien es cierto que con otro enfoque. Mis habilidades
me vienen de
familia;
mi padre, antes mi abuelo y también una tía paterna se dedicaron
desde
siempre
a este oficio. Con la tasa de paro más alta recordada en mucho
tiempo, yo tengo
trabajo
como nunca. A veces debo viajar, sobre todo a Suiza. Es importante
saber
combinar la tecnología con los métodos más artesanales y aunque
para la mayoría
de
las operaciones utilizo la red, en algunas ocasiones se hace
necesaria mi
presencia.
En cuanto madre descubrió mis inclinaciones heredadas, tomó cartas
en el
asunto.
No sólo dio rienda suelta a dichas preferencias sino que pulió la
técnica, contrató
profesores
(leyendas aún vivas con un amplio currículo de éxitos) y se
dedicó en cuerpo
y
alma a que fuese el mejor. Así, a día de hoy, puedo decir que
cuento en mi haber con
tantos
años de perdón como para que madre se sienta orgullosa. El perfil
de mis
clientes
no es muy variado, desde que comenzó la crisis la mayoría son
personas a las
que
éste o aquél banco les robó sus ahorros, grupos de ciudadanos que
hartos de las
expoliaciones
desde los ayuntamientos se agrupan en una asociación y me
contactan...
Procuro
devolverles hasta el último céntimo que les robaron, pero eso sí,
mi comisión no
es
negociable. Hace mucho que aprendí que nada tiene sentido si no te
dedicas a lo que
te
apasiona, me gusta robar, lo llevo en la sangre.